“Mi formación, mi experiencia, la capacidad de resolución y el trato que le aporto al cliente son equiparables a las de un hombre. Y esas cualidades son las que realmente tienen valor”. Así habla Iria Ponce, jefe de obra de Siasa, de su condición de mujer en un sector tan masculino aún como el naval. Entró en él hace más de 12 años como responsable de prevención y calidad, tras cursar Ingeniería Técnica en Diseño Industrial en la Universidad de A Coruña y, más tarde, un máster en Prevención de Riesgos. Desde 2011, ocupa la posición de jefe de obra, lleva la interlocución con el cliente y coordina y supervisa los trabajos de Siasa (ejecución, inspecciones, gestión de personal y recursos, etc).
Ocupas una posición de mando en un mundo de hombres. ¿Esto dificulta tu trabajo?
Sí, he sentido los efectos de trabajar en una industria dominada históricamente por hombres. En muchas ocasiones me he encontrado en reuniones en las que era la única mujer. En el caso del trato con operarios, es cierto que muchas veces se denota cierto prejuicio. Pero en el trato con personal directivo, cada día es menos habitual. En el pasado, me ha ocurrido que si iba acompañada de un trabajador del sexo masculino, el interlocutor evitaba dirigirse a mí. Aunque cuando tomaban conciencia de que yo estaba al mando, redirigían su atención. Pero hoy en día, en las interlocuciones con nuestros clientes, no es habitual que encuentre dificultades por mi condición de mujer.
¿Por qué decidiste enfocar tu carrera hacia este sector?
¿Desde joven tenía la mirada puesta en el sector naval por cercanía y por referencias familiares. Tuve la oportunidad de visitar de la mano de responsables de empresas la factoría naval donde se realizaban trabajos de nueva construcción de buques, y observar cómo funcionaba este mundo desde dentro. Me gustó lo que vi y creía que podría encajar en ese sector.
¿Cómo recuerdas tus inicios?
Recuerdo muchas ganas de aprender y de aportar cosas a la empresa, de crecer, de ampliar conocimiento, de buscar autonomía y ser resolutiva. Entré en la empresa para cubrir el puesto de coordinador de prevención en la obra, pero en poco tiempo empecé a asumir más funciones y conseguir ampliar conocimientos y responsabilidades, y dar autonomía en algunos aspectos, principalmente a nivel administrativo, a nuestra obra. He pasado por diferentes etapas y cambios y el esfuerzo ha dado sus frutos y he promocionado. Me siento realizada y valorada por mi empresa. Y todo es gracias a estar arropada y rodeada de un equipo excepcional.
Este es aún un sector con pocas profesionales-mujeres. ¿Por qué crees que la mujer sigue siendo aún una minoría?
La integración femenina en estos puestos de trabajo depende más de la propia cultura de la empresa que no de las capacidades o tareas que pueda realizar una mujer. Con el paso del tiempo he visto incrementar tímidamente el número de compañeras que defienden sus puestos de responsabilidad en otras empresas con las que coincidimos en los proyectos. Aunque, por otra parte, muchas otras mujeres quedan relegadas a puestos administrativos o de servicios, debido a que las creencias que todavía persisten en la sociedad y la cúpula de dirección de muchas otras empresas dan más peso a los valores asociados a los hombres (fuerza, agresividad…) tanto en puestos de producción como de mando. En ese aspecto me considero afortunada de formar parte de esta empresa, que ha apostado por mí y ha considerado promocionarme, teniendo en cuenta los valores reales que les aporto.